martes, 24 de noviembre de 2009

Congreso venezolano debe declarar a Chávez impedido mental para gobernar

Congreso venezolano debe declarar a Chávez impedido mental para gobernar

J. Enrique Cáceres-Arrieta


A raíz de locuras, meteduras de pata, groserías, amenazas, alaridos guerreristas e insultos de Chávez contra todo lo que le parece contrario a su socialismo del siglo XXI, es saludable que el Congreso venezolano lo declare incapacitado mental para gobernar. Así, seguiría el ejemplo del Congreso ecuatoriano que en 1997 declaró “incapacidad mental para gobernar” la conducta errante y autoritaria de Abdalá Bucaram, quien a sí mismo se hacía llamar “el loco”.
Con el permiso de ese diez por ciento de la humanidad catalogada demente, los locos están en el siquiátrico, no gobernando un país. Como campaña política, puede ser que el eslogan “los locos somos más” sea acertado, mas como gobierno es inadmisible debido a que para enrumbar a un país por senderos de justicia y verdad se necesitan los cinco sentidos y mucho más.
Obvio, es ingenuo pensar que el Congreso venezolano se atreva a declarar a Chávez impedido mental para gobernar, pues el comandante-presidente controla el Congreso y al Órgano judicial venezolanos (y está empeñado en someter también a la prensa, el cuarto poder), aunque éstos juren y perjuren independencia de las locuras de Chávez.
La amenaza en la región no es Colombia ni las hipotéticas bases estadounidenses para atacar a Venezuela, pues con ellas o sin ellas lo conductual y la retórica de Chávez son irracionales. En realidad, la amenaza es Hugo Chávez quien con su enajenación, megalomanía y socialismo fosilizado se aísla más y quiere convertir a su país y al continente en otra Cuba; la Cuba que desde 1959 apalea, persigue, apresa y desaparece a los adversarios del Edén cubano. La bloguera Yoani Sánchez ni ningún otro bloguero crítico del paraíso caben allí.
Chávez desgobierna Venezuela como quien manda en su casa y sume a la familia en terror y violencia intrafamiliar por atreverse ésta a dudar de su autoridad, adquirida no con respeto sino a punta de miedos, abusos y golpes. La sensata conclusión es que Hugo R. Chávez F. debe ser declarado impedido mental para gobernar.
Si aún se abrigan dudas del trastorno sico-emocional de Chávez, pregunto: ¿es sensato que ante los medios de comunicación el presidente de la nación catalogue la victoria de sus opositores como estiércol? ¿Que insulte con boca de verdulero a todo el que se oponga, según él, a su proyecto social? ¿Es de alguien lúcido que un régimen ya colapsado y evidenciado como un fracaso se imponga a sangre y fuego? ¿Qué manía persecutoria arrastra a declararle la guerra a un país hermano cuyo pecado ha sido servirle de granero? ¿Qué insania aguijonea a fin de percibir mi intervención en los asuntos políticos de otros países como colaboración, pero descalifico como intervención la ayuda de terceros países a otras naciones? ¿Qué tipo de estrabismo ideológico impide ver que grupos como el Eln y las Farc dejaron lo ideológico hace muchos años para incursionar en el narcoterrorismo? ¿Qué más tiene que hacer y decir Chávez para que el Congreso venezolano lo declare incapacitado mental para gobernar y lo destituya?
Y no me vengan con el cuento de que eso sería golpe de estado o rompimiento del orden constitucional, puesto que ya está demostrado que Chávez no goza de sus facultades mentales ni emocionales, y los locos están en el manicomio. Están impedidos para gobernar un país.
Ya es tiempo de que Venezuela se sacuda a este loco militar con humos de grandeza y presidente. Once años son más que suficientes. Las fuerzas vivas del país: políticos, intelectuales, periodistas, universitarios deben abandonar peleas intestinas y proponerse sacar al loco presidente del poder. No con violencia sino con desobediencia civil que paralice al país de tal manera que el comandante vuelva al cuartel de donde salió -no sin antes responder a la justicia por desmanes y locuras- o vaya directo al nosocomio de los perturbados mentales, antes de que hunda más a Venezuela e incendie al continente, emulando al loco Nerón.
¿Qué maldad habrán hecho los venezolanos para merecer a un maníaco como presidente? Mi propuesta está dada. Depende del Congreso y el pueblo venezolano si la acogen. Amanecerá y veremos.

El autor es periodista