lunes, 28 de julio de 2008

Cómo leer e interpretar la Biblia

Muchos se preguntan cómo interpretar la Biblia. ¿Será literalmente? Si no, ¿cómo debe interpretarse? Igual que la Constitución política y leyes de un país, el Libro de Dios es y ha sido interpretado antojadizamente por muchas personas, denominaciones, iglesias y sectas. Los “Testigos de Jehová” han hecho su propia versión de la Biblia que no se ciñe realmente a los originales.
La Biblia es un libro divino-humano escrito por hombres inspirados (gr. theopneustos) por Dios; por tal razón, el método más seguro es interpretarla literalmente como lo haríamos con cualquier obra. Esto es, “basado en la filosofía de que Dios originó el lenguaje con el propósito de comunicar Su mensaje al hombre y que hizo a este con la capacidad de entender ese mensaje, el principio literal busca interpretar ese mensaje llanamente”. (1)
(Hay quienes llaman fundamentalistas a los que interpretan la Biblia literalmente, ignorando que para llamarlos así ellos también deben ser fundamentalistas; puesto que si no fundan su pensamiento en un argumento verdadero, ¿cómo pueden estar tan seguros que los cristianos son “fundamentalistas” o están equivocados? Temo que el intento de quien los llama fundamentalistas o fanáticos es diluir la verdad de la Palabra de Dios de tal manera que quede en nada o se mistifique imposibilitando discriminar entre lo real -ocurrido en espacio y tiempo reales- y lo fantasioso.)
Indiscutiblemente habrá momentos en los cuales el sano sentido común aconsejará no tomar ciertos pasajes de manera literal. Por ejemplo, cuando Jesús afirma: “Si tu ojo te es ocasión de caer, sácatelo. Mejor te es entrar con un solo ojo al cielo, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego”. (San Mateo 18: 9) Aquí el resucitado Cristo histórico hace uso de la hipérbole, que es una exageración intencional para comunicar la imperiosa necesidad de sacrificar algo valioso cuando retenerlo es ocasión de pecado. Jesús en ningún momento incita a que atentemos contra nosotros mismos, sino que abandonemos lo que nos es piedra de tropiezo. Lo literal es la segunda parte de lo que sostiene Jesús: Si no corriges tal conducta, has de “[...] Ser echado en el infierno de fuego”; aunque a tipos como Bertrand Russell y a ciertos grupos autoproclamados cristianos el infierno literal sea piedra de tropiezo y de escándalo.
Aunque el camino correcto para interpretar la Biblia es el literal, es insoslayable tener pendientes ciertas reglas de interpretación bíblica que han sido establecidas por personas que han dedicado su vida al estudio especializado del Libro de Dios para nosotros. (Habrá quienes digan que las normas de hermenéutica son relativas por ser creación del hombre. Si a esas nos atenemos, entonces ninguna ley ni el método científico convencional ni ningún principio ni constitución tienen valor alguno por ser hechos por humanos, y nos deslizaremos por el profundo y oscuro túnel del libertinaje y la anarquía, dando como resultado el caos) Me gusta el fútbol más que cualquier otro deporte. Pero si quiero jugarlo bien y sacarle el mejor beneficio, debo seguir las reglas, que sin importar que sean viejas sirven para que las cosas marchen bien. Más aún, si lo que tengo es un club de futbolistas profesionales, debo no solo someterme a las normas del fútbol, sino también a la asociación internacional que rige al fútbol mundial. De más está decir que las enseñanzas del Libro de Dios para el humano no son un juego ni para que se tomen a la ligera. Pues bien, si en el fútbol las reglas y la obediencia a esas reglas y a las autoridades futbolísticas son imprescindibles, ¿cuánto más lo serán las normas que deben regir nuestra vida y futuro espiritual?
Antes de ver las reglas correctas de interpretación bíblica, toca hablar de tres maneras comunes y equivocadas que usa el sujeto promedio para interpretar la Biblia: 1) El método racionalista. 2) El método alegórico-místico. 3) El método dogmático. Para este análisis citaremos el libro Claves de interpretación bíblica de Tomás De La Fuente (Thomas Fountain), publicado por Casa Bautista de Publicaciones, 1987, escrito originalmente es español.


1) El método racionalista consiste en sujetar toda la Escritura al juicio humano para saber si son válidas o no sus declaraciones. Presupone que lo sobrenatural no existe, y que todo texto se puede entender por medio de la razón humana. Pretende ser el método científico porque elimina lo sobrenatural, según la llamada actitud científica que predomina en el laboratorio y en la mayor parte de los centros educativos. [También presente en eruditos y teólogos liberales como los del grupo Jesus Seminar o Seminario acerca de Jesús] Pero al proceder así, este método viola el verdadero método científico, que no permite al investigador comenzar con prejuicios; no debe juzgar de antemano lo que investiga, antes de reunir todos los datos necesarios. [¿Recuerdas la cita que hice de aquel que cree que “solo cuando se acude al raciocinio es que se tambalean todas las historias bíblicas”? (Por lo menos dice “historias” y no las llama cuentos o historietas, que es lo que en realidad expresa en lenguaje oculto) A este tipo de razonamiento se refiere De La Fuente al señalar que hay quienes pretenden acomodar los hechos de la Biblia a su limitado raciocinio. Antes de investigar lo sobrenatural, de un tajo lo eliminan, pues “solo cuando se acude al raciocinio es que se tambalean todas las historias bíblicas”. La ignorancia es insolente. Ojo, no se trata de fanatismo religioso que acepta todo sin analizarlo, mas tampoco hablo de fanatismo racionalista que pretende meter a Dios en su minúsculo cerebro o en un tubo de ensayo. Al padre de esa criatura -se vanagloria de ser científico pero es filósofo- lo invité a un debate público o privado a fin de demostrar quién es el equivocado y prejuiciado, y rehusó alegando que la Biblia “no se presta como documento serio para el análisis de las evidencias”. ¿De qué evidencias hablará? Creo que ni él lo sabe. Desde luego, eso afirma sin antes haber estudiado a conciencia la Biblia como en otra ocasión me confesó. Entonces, ¿en qué quedamos si rechaza o se niega el permiso de investigar las evidencias antes de investigarlas? Como vemos, el tío solo filosofa sobre algo que conoce de oídas. (Igual hacen instituciones y científicos evolucionistas) Ojo, muchos gnósticos, filósofos y “escritores” suelen usar el mismo modus operandi: vomitan o hacen catarsis sobre sus receptores y luego dan la espalda a quienes los cuestionan; bien ignorándolos o siendo patanes con quien los invite a debatir con altura las mentiras y medias verdades que han proclamado tan dogmáticamente por ser partidarios de las presuposiciones de contenido sustantivo, que dan por sentado un cuerpo de conocimiento que por cierto ellos “poseen”; por consiguiente, los argumentos de otros son “sofistería engañosa”] Los que usan el método racionalista -agrega De La Fuente- muchas veces comienzan rechazando una de las pretensiones fundamentales de la Biblia: que Dios interviene en los asuntos humanos. Los racionalistas comienzan entonces a interpretar la Biblia usando su prejuicio como punto de partida. El resultado es que sacan conclusiones satisfactorias para sí mismos, que son muy diferentes de lo que las Escrituras enseñan claramente. El racionalista considera que los milagros de la Biblia -así como todos los eventos sobrenaturales- no eran sino sucesos naturales que se pueden explicar por las leyes naturales que ahora entendemos; o quizá son hechos que los escritores ignoraron o no mencionaron. Afirman [los fanáticos racionalistas] que los evangelistas no pensaron engañar a sus lectores, sino que escribieron convencidos de que decían la verdad. [Vaya manera tan sesgada de ver la Biblia. Peca de iluso quien crea que razonamientos cientificistas puedan hacer tambalear y derribar los hechos históricos de la Biblia. Si fueran mitos como creen los incrédulos, el mito caería solo por falta de peso histórico; pero los hechos reales ocurridos en lugar y tiempo reales solo ofrecen dos alternativas: ser aceptados o rechazados]
2) El método alegórico-místico es otra forma de interpretar la Biblia. Este considera que toda la Biblia fue escrita como una serie de alegorías. Insiste en que no es el significado natural y evidente el que da a la Biblia su importancia, sino el sentido ‘místico’. Para ellos ‘místico’ significa oculto o espiritual. Este método fue inventado por los griegos antiguos que procuraban explicar para sí mismos sus mitos y leyendas. El gran error de este método es que los intérpretes hacen a un lado los hechos importantes de la historia bíblica y perjudican así el sentido claro de la Escritura. [La persona citada arriba también argumentaba: “[...] La Biblia, a mi juicio, es un compendio de metáforas, fábulas, leyendas y opiniones acomodaticias”. Es decir, no ha leído -mucho menos estudiado científicamente las evidencias a favor de las Escrituras-, pero filosofa diciendo que la Biblia no es digna de confianza. Más o menos dice: “Yo no conozco la Biblia, pero por lo poco que sé pienso que no es confiable”. ¿Es científica esa posición? Tal criterio es pura creencia, no una investigación seria. Temo que a estos señores el miedo se los come pues no se atreven a considerar en serio -con honestidad intelectual- las evidencias histórico-empíricas del cristianismo. Por desgracia, hay gente religiosa que por aceptar el mito transformista de la evolución sostiene que muchos hechos registrados en el Antiguo Testamento, p. e. la creación de Adán y Eva, son “mitos” y “símbolos”, y “no deben entenderse literalmente”. Los apóstoles Pedro, Juan y Pablo advierten que muchos enemigos de la verdad de la Palabra salen de la misma Iglesia. Jesús asegura que actúan igual que los escribas y fariseos al poner sus tradiciones y mandamientos de hombres por encima de la Palabra de Dios (San Mateo 15: 1-9)]
3) El método dogmático. Su nombre se deriva de la palabra griega dogma, que significa enseñanza. Propiamente hablando, toda doctrina cristiana es dogma, aunque desafortunadamente esta palabra lleva cierto sentido desagradable a la mente popular. Se debe a que las doctrinas cristianas se han enseñado muchas veces en un espíritu rígido o dogmático. Sin embargo, el método dogmático no se considera equivocado por ningún espíritu dogmático, sino porque interpreta de acuerdo con los dogmas de algún grupo. Sus enseñanzas son consideradas correctas porque proceden de aquel grupo, y no porque tengan mérito basado en algunos principios aceptados de la hermenéutica. (2) (Citado con permiso) (Las cursivas son mías) (A lo largo del libro notaremos que dogmatismo ha habido y hay en aquellos que como Hume tratan de desvirtuar el Evangelio “por dogmático”)

Antes de abordar el tema de cómo interpretar correctamente la Biblia, unas palabras acerca del método racionalista de interpretación: Desde tiempos modernos, escépticos, fanáticos racionalistas, agnósticos, ateos, cientificistas y teólogos liberales han utilizado este método a fin de intentar explicar las historias y los milagros registrados en la Biblia que califican de simples fenómenos naturales. Para ellos, las diez señales (“plagas”) de Dios a favor de Israel en Egipto, el paso del pueblo israelita por en medio del mar de los Juncos (mar Rojo), los milagros de Jesús y demás historias bíblicas pueden ser explicadas natural o “científicamente”.
Desde luego, con medias verdades, inexactitudes y subterfugios es posible embolatar los hechos de la realidad y lograr que la ley que salvaguarda los derechos de Juan Pérez lo condene al paredón de fusilamiento en las afueras de Macondo. Si de amañadas interpretaciones se trata, sabemos que leyes y constituciones suelen ser interpretadas a favor del que quiere ganar el caso, más si hay mucho dinero de por medio.
Lo irónico de la posición de los partidarios del método racionalista es que, si seguimos el hilo de su pensamiento, el tiro les sale por la culata puesto que el milagro que pretenden explicar para desvirtuarlo se maximiza en vez de minimizarse. Esto es, el hecho se les embarulla de manera tal que necesitan malabares dialécticos para “explicar” lo inexplicable. En verdad, el método no les ayuda como creen. Me explico: Si Dios en realidad no provocó las plagas sobre los egipcios para que el faraón permitiera salir a los israelitas sino que dichas plagas fueron producto de fenómenos naturales, ¡qué sabio y poderoso es Dios al utilizar la naturaleza para que faraón dejara salir a Israel! Si faraón y sus sabios fueron engañados por Moisés, creyendo que Dios actuaba a favor de los hebreos, la Historia debería condenarles por ingenuos e ignorantes. Pero está demostrado que uno de los pueblos antiguos más sabios eran precisamente los egipcios.
Si Dios no dividió el mar de los Juncos como registra la Biblia sino que Israel pasó a través de pantanos y en seco, ¡qué genial y todopoderoso es Dios al lograr que un ejército tan numeroso y poderoso como el egipcio se hundiera y pereciera en un charquito!
Si Jesús no multiplicó panes y peces, sino que convenció a un joven a compartir su sustento diario, ¡qué poder de convencimiento tan extraordinario tenía Jesús para lograr que un muchacho se desprendiera de los cinco panes de cebada y dos pececillos que tenía y que unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños, compartieran lo único que había y que comieran todos y se saciaran y sobraran doce canastas! En pocas palabras, según la interpretación racionalista, Jesús no hizo un milagro sino ¡varios! Amén de lograr que el don de la bondad sobrepasara el acuciante instinto hambre.
Otra explicación cientificista pretende explicar la caída de los muros de Jericó. Los incrédulos aseguran que tales muros cayeron por un terremoto, no por el poder de Dios. Pero no pueden explicar cómo fue posible que los muros se desplomaran y no cayeran hacia delante o hacia atrás como ocurre con los muros caídos. El término hebreo usado por la Biblia para derrumbar es nafál, y entre sus acepciones está desplomarse, postrarse, abatirse. Los muros de Jericó se desplomaron o cayeron sobre sí mismos como quien se desmaya o pierde el sentido. ¿Qué tal?
En realidad, el método racionalista no responde dudas ni explica nada, solo enmaraña las cosas. Al tratar de explicar hechos sobrenaturales ocurridos en tiempo y espacio reales con términos naturalistas y seudocientíficos, queda enredado en su propia tela de araña y reafirma la veracidad de los hechos narrados por la Biblia.
Acaso un punto a favor de la interpretación racionalista sea su aportación a fin de que el desconocimiento no nos lleve a interpretar (espiritualizar) todo como milagroso en el diario vivir. En eso estamos de acuerdo. No todo es milagro ni sobrenatural. Pero tampoco ningún fenómeno sobrenatural y/o paranormal puede ser explicado con argumentos de las ciencias naturales ni filosóficos. Y meter todos los hechos o fenómenos en un saco y catalogarlos falsos sin investigar a conciencia, tomando como primera premisa nuestro cientificismo y/o racionalismo, es pura cháchara.
Aun cuando hubiese ignorancia en el escritor bíblico, el Autor divino no permitiría que simples hechos naturales fueran distorsionados al punto de ser llamados sobrenaturales. Dios no necesita que nadie le dé créditos que no le pertenecen ni comparte Su gloria con nadie. (Isaías 42:8) No obviemos que los escritores humanos fueron inspirados y guiados por Dios. Si no quiero creerlo, es mi problema y decisión, pero mi incredulidad no desmerita el hecho ocurrido en espacio y tiempo reales.
A fin de interpretar la Biblia de manera correcta, está la hermenéutica general y la hermenéutica especial. La primera “incluye todas las reglas que pueden aplicarse a la Biblia” como literatura que es. “La mayor parte de estos principios pueden ser aplicados también a la literatura en general”, escribe De La Fuente, y añade: “La hermenéutica especial incluye todas las reglas y consideraciones necesarias para interpretar ciertas categorías especiales de la literatura, que pueden contener el lenguaje figurado, la poesía o la profecía, y una variedad de problemas especiales”. Problemas especiales de interpretación que tienen ciertos pasajes de la Biblia, pero que no constituyen en absoluto supuestas contradicciones. Los enunciados y algunas ideas aquí presentadas son tomados del libro de De La Fuente. El desarrollo es nuestro. Cuando sea necesario usaremos la obra Normas de interpretación bíblica, Editorial Clie, de E. P. Barrows.

A. Hermenéutica general:

1) El espíritu correcto. Si al interpretar la Biblia vamos con orgullos y prejuicios, su mensaje se diluirá en la maraña de nuestro retorcido juicio, y quedaremos acomodando sus enseñanzas a nuestra equivocada manera de vivir y ver la vida. Ese intelectualismo o especialismo a veces no es otra cosa que incredulidad y pecado disfrazados de genialidad. (En sicoanálisis lo llaman intelectualización)
2) El método correcto. Aun cuando tengamos el espíritu correcto, es preciso usar el método correcto a fin de no llegar a conclusiones equivocadas en cuanto al propósito del escritor, la validez de sus enunciados doctrinales, la exactitud del trasfondo histórico de lo que relata y el origen divino del texto interpretado. Ya vimos que el método racionalista, el método alegórico místico y el método dogmático son incorrectos para interpretar la Biblia.
3) Leer siempre con cuidado. Muchas veces, sin verificar lo que leemos, sacamos ligeras conclusiones de la lectura. Un nuevo creyente solía abrir la Biblia al azar y leer donde primero colocara su dedo índice. La primera vez que lo hizo, abrió la Biblia donde decía que Judas tiró las monedas recibidas por entregar a Jesús, y luego se ahorcó. Al no gustarle tal pasaje, la abrió por segunda vez y leyó donde colocó su dedo. La segunda lectura expresaba: “Haz tú lo mismo”. Esas ligerezas de leer la Biblia pueden ser nocivas.
4) Significado de las palabras individuales. Bien se ha dicho que las palabras traducidas de un idioma a otro no siempre tienen el mismo significado. “Lo que permite que las palabras se traduzcan no es que tengan equivalencias exactas, sino que cada palabra tenga su ‘área de significado’”, asegura De La Fuente. Algunos piensan que las traducciones protestantes no dicen lo mismo que las católicas, o que traducciones protestantes y católicas distan mucho de lo que expresan los originales. No hay nada más falso que eso. Aunque las traducciones no usan las mismas palabras que los originales, el significado es el mismo. Si así no fuese, no pudiéramos confiar en la traducción de ninguna obra. Más, hoy existen en el mercado excelentes biblias con términos y frases del texto original debajo del pasaje traducido. En esta edad moderna cualquiera que investigue bien puede conocer mucho de la Biblia sin ser un entendido en cuestiones bíblicas. Pero, debo decirlo, muchos prefieren leer el periódico que las sagradas Escrituras judeocristianas. Peor aún, aceptan y creen más en un diario o cualquier libro de relativa importancia que en la Biblia.
5) El contexto. En círculos bíblicos suele decirse que “un texto sin contexto es un pretexto”. (En Historia podríamos parafrasear: “una narración sin contexto histórico es historieta”. En teología se expresaría: “una interpretación racionalista sin el contexto bíblico-histórico es cientificismo”. Ojalá lo tuvieran presente quienes escriben, leen, ven y producen novelas, libros y películas gnósticos) A veces hasta el mejor intérprete cae en la trampa de leer apresuradamente y sacar conclusión de un texto aislado de su contexto. El error no solo lo comete el intérprete bíblico, sino además el común de las personas al entresacar un pensamiento de las ideas de otro. Y, toca reconocerlo, hasta los periodistas se equivocan al hacer el título o encabezado de una información con una idea aislada del entrevistado para causar sensación o despertar morbos. Muchos titulares de noticias de los medios escritos no tienen nada que ver con el primer párrafo (o entrada) de la noticia, alejado de lo que nos enseñaron en las aulas universitarias.
Dicho sea de paso, ¿sabes qué creo? Pienso que quien escribió el “Evangelio de Judas”, además de no entender y tergiversar la profecía de la traición de Judas aparecida en el Antiguo Testamento (Salmos 41: 9), hizo doctrina de San Juan 13: 27, donde después de revelar Jesús la traición de Judas en la Última Cena, le dice al Iscariote: “Lo que vas a hacer [traicionarme], hazlo más pronto [Lit. cuanto antes]”. Si sacamos ese versículo del contexto de la profecía (revelación divina de la traición de Judas) del Antiguo Testamento, es fácil creer que Jesús le pide a Judas que vaya y lo entregue sin dilación y como estaba planeado. En efecto, las falsas enseñanzas (dogmas) o doctrinas de demonios siempre surgen de versículos aislados o entresacados de la Biblia. ¡Cuidado con esas trampas de versículos sueltos! Como bien cita García Márquez en la primera parte de sus memorias, Vivir para contarla: ‘“Hasta la Biblia subrayada en esa forma maliciosa podría expresar lo contrario de su auténtico sentido’”. (3)
6) Pasajes paralelos. Es usual que quien desconoce las sagradas Escrituras crea que Mateo contradice a Marcos, y este, a su vez, contradice a Lucas, y Juan los contradice a todos. Y, al final, los evangelistas no se pusieron de acuerdo porque los cuatro inventaron lo que escribieron, o uno copió del otro. Como señalo en otra parte de esta obra, los evangelistas escribieron tal como escribirían cuatro excelentes reporteros ante un hecho equis. Muy difícil sería que los cuatro coincidieran en las mismas palabras y detalles, pero la esencia del mensaje o noticia sería la misma. Más, los cuatro, en lugar de contradecirse, complementarían la información. Eso sucede precisamente con los cuatro evangelios. Un autor complementa los relatos de los mismos hechos que otro ha narrado desde otra perspectiva. Simon Greenleaf, de la Facultad de Derecho de Harvard, dijo una vez sobre las narraciones de los evangelistas: “Hay suficiente discrepancia como para demostrar que no pudo haber existido un previo acuerdo entre ellos; y al mismo tiempo hay tal concordancia sustancial como para demostrar que todos eran narradores independientes de la misma gran transacción”. Para una sana y correcta interpretación de los evangelios o de cualesquiera de los otros libros de los 66 que tiene la Biblia, el intérprete debe tomar en cuenta los pasajes que tratan el mismo tema, a fin de ampliar la idea de lo que pretende interpretar. En el mercado existen muy buenas concordancias temáticas y biblias concatenadas con el mismo tema.
7) El mensaje de la Biblia entera. En institutos y seminarios bíblicos enseñan que la Biblia es su mejor intérprete, pues cualquier tema está apoyado y/o ampliado en el Libro de Dios. Ejemplo: La deidad de Jesús es planteada, sostenida y sustentada en innumerables pasajes no solo de los cuatro evangelios, sino también en libros proféticos, poéticos e históricos del Antiguo Testamento y epístolas del Nuevo. De manera que quien afirme haber leído la Biblia y asegure que Jesús no enseñó ser Dios, es como aquel que a las doce del mediodía de un día soleado y sin nubes diga que no hay Sol. Y si Jesús enseñó ser Dios, lo es. Jesús no miente, puesto que no puede mentir. Esa es una de las imposibilidades de Dios. No puede mentir. (Ojo, la traducción espuria de la Biblia denominada “Traducción del Nuevo Mundo de las Sagradas Escrituras” es utilizada por una secta que niega la divinidad de Jesús, pero desde hace unos años sus miembros se autodenominan cristianos. De las traducciones de las sagradas Escrituras judeocristianas esta es la única que, aunque asegura haber sido traducida directamente de los originales, es una traducción manipulada de la Biblia)
8) El propósito, el plan y las limitaciones de cada escritura. Cada escritura o pasaje de la Biblia tiene un fin y plan definido; por ende, también sus propias limitaciones. Tomar un pasaje por los cabellos para forzarlo a decir lo que quiero es equivocado, por decir lo menos. Nos remitimos al punto 6, de los Pasajes paralelos, tratado arriba.
9) Las circunstancias históricas. El intérprete debe tomar en cuenta el momento histórico en que el autor escribió y lo que tenía en mente en ese preciso momento. Ejemplo: Repetidas veces he oído citar el pasaje del carcelero de Filipos -registrado por Lucas en el libro de Los Hechos de los apóstoles 16: 31- para afirmar que si creo en el Señor Jesucristo, seré salvo yo y toda mi familia. Eso lo dijo Pablo a una persona específica, en un momento específico, pero no significa que toda mi familia será salva si yo creo, pues la salvación no es hereditaria ni se pega sino que es personal.
10) La clave de los dos Testamentos. El lego en instrucción bíblica y el malintencionado pueden creer que el Dios del Antiguo Testamento es diferente al del Nuevo y así sacar conclusiones erradas de la lectura. (Tal dislate comete Dawkins, y otros repiten como papagayos al acusar al Dios del Antiguo Testamento de ser “el personaje más desagradable en todas las ficciones: celoso, orgulloso, revanchista, injusto y racista”. En una palabra, “inhumano”. A algunos sus supuestos y creencias contra Dios y las creencias religiosas les impiden ver más allá de sus narices. Lo irónico es que Dawkins se hace llamar “ateo” y asegura ser un ateo “intelectualmente satisfecho”. Solo sé que algún tornillo le falta a quien pelea con un personaje de “ficción” o se empeña en negar a alguien inexistente. Es como aquel que se siente perseguido por su propia sombra y burlado por su eco. Eso de ateo “intelectualmente satisfecho” es una falacia que analizaremos en el capítulo 4) Más adelante veremos que la Biblia está dividida en siete dispensaciones o administraciones del ser humano en la Historia de la humanidad. Agustín decía: “El Nuevo Testamento está oculto en el Antiguo y el Antiguo está revelado en el Nuevo”. Ahora bien, si sacamos a Dios del contexto de la Biblia entera podemos arribar a los disparates de Dawkins y de otros enemigos del Evangelio. No olvidemos que la Biblia es su mejor intérprete. Toda creencia o doctrina debe estar apoyada en otros pasajes y en los 66 libros que la forman.

B. Hermenéutica especial:

1) Figuras literarias. Como todo género literario, la Biblia contiene elementos que toca tomar en cuenta con el objeto de entender el mensaje que el sagrado escritor tenía en mente. Esas figuras son once y pueden ser estudiadas en cualesquiera de los excelentes libros de hermenéutica existentes en el mercado. Nos limitaremos a mencionarlas: símil, metáfora, metonimia, sinécdoque, ironía, hipérbole, apóstrofe, personificación, eufemismo, paradoja y el juego de palabras o retruécano.
2) Modismos hebraicos. Un modismo es una expresión propia de un idioma o de un pueblo, y carece de sentido al ser interpretado literalmente. Hay colombianismos, panameñismos... Pero también hay americanismos que pierden su sentido al ser traducidos o llevados de una cultura a otra, aunque las personas hablen el mismo idioma. Por ejemplo, de América a España.
3) Tipos. Es lenguaje figurado usado para representar alguna verdad espiritual futura, sin que ello anule la veracidad de esa verdad. Todos los tipos que la Biblia ofrece son proféticos; es decir, no son simples ilustraciones. Aquí el intérprete puede irse a los extremos de negar la verdad del tipo o espiritualizarlo todo, presentándolo como profecía.
4) Símbolo (gr. parabole). Colocar a un lado para comparar una cosa con otra, igual que la parábola. Símbolo y parábola es lo mismo, solo que a veces en el Nuevo Testamento se traduce con el término símbolo, p. e., Hebreos 9: 9. Un símbolo es cualquier cosa real y visible que representa algo invisible y puede ser una idea, una cualidad o una verdad espiritual. Manifestamos que hay una idea muy extendida en la mente de muchos que consideran que la Biblia no debe tomarse literalmente por estar plagada de símbolos. Por ejemplo, la creación del universo, del hombre y su mujer. ¡Error! Ya dijimos que esto dice quien cree que la Biblia utiliza un lenguaje alegórico-místico. Mientras no haya pruebas en contrario, el pasaje debe tomarse literalmente. Ojo, la fe trasciende la razón, pero nunca va contra ella.
5) Parábola (gr. parabole). Significa literalmente poner al lado, comparar. Una parábola es una ilustración que encierra una gran verdad. Además del Sermón del Monte, lo que más se conoce de las palabras de Jesús son sus parábolas. Ejemplo: p. del sembrador, p. del buen samaritano, p. del hijo pródigo, etc. Algunos creen que al enseñar Jesús muchas veces por medio de parábolas desvirtúa las verdades de Sus palabras. Eso es una falacia. Además de las parábolas de Jesús contenidas en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, en Hebreos 9: 9 y 11: 9 se habla de manera simbólica. “En su forma más pura [...] no representa directamente la verdad espiritual más elevada, como sucede con la alegoría, sino que es simplemente una narración para ilustrarla”. (4)
6) Alegoría (gr. alegoreo). La palabra alegoría “se forma con alos, otro, y agoreuo, hablar en un lugar de reunión (agora, el mercado). Vino a significar hablar, no según el sentido primario de la palabra, sino que los hechos afirmados se aplican a ilustrar principios. El significado alegórico no anula el significado literal de la narración [como creen algunos]. Puede que haya más de un significado alegórico, aunque, desde luego, sólo haya un solo significado literal”. (5) La alegoría se diferencia de la parábola porque la alegoría da más detalles con sus respectivos significados. En cambio, la parábola por lo general tiene un solo mensaje principal.
7) Fábula (gr. muthos); adivinanzas, adivinar (gr. manteumai); enigmas y proverbios. Contrario a lo que el común de la gente piensa, la Biblia presenta pocas fábulas porque la fábula se mueve en el mundo irreal. La Biblia narra hechos ocurridos en tiempo y espacio reales con personajes de carne y hueso, no figuras míticas ni simbólicas como la mitología griega. Que alguien rechace los hechos narrados por la Biblia son otros quinientos pesos, pero que no esgrima argumentos ricos en filosofía pero carentes de sensatez. En contraste, la literatura secular (y la supuestamente científica) está plagada de fábulas. (Muchos “científicos” y lectores de estos “hombres de ciencia” creen que al mezclar ficción con ciencia la ficción se convierte en ciencia. Ojo, más que evidencias, la teoría de la evolución ha promulgado y difunde apariencias. Cosas que parecen científicas. Por más de 150 años han repetido tantas veces la mentira de la evolución, que media humanidad la ha creído. Te confieso algo: no me gustan las películas de ciencia-ficción, pero tampoco los números y operaciones matemáticas imaginarias con los cuales algunos científicos filósofos pretenden “explicar” el universo) En la Biblia, las adivinanzas y enigmas son contados con los dedos de la mano, y aparecen en labios de algún personaje. De Sansón, por ejemplo. Los proverbios están en su mayoría en el libro de Proverbios, uno de mis libros preferidos por su riqueza y lenguaje directo. “Nuestro Señor -escribe Barrows- jamás utilizó la fábula como medio de instrucción. En el Antiguo Testamento -añade- tenemos dos ejemplos de fábulas; pero ninguno de los dos fue usado por los profetas: la primera es la de Joatán: ‘Fueron los árboles a elegir rey entre sí; y dijeron a la oliva’: ‘reina sobre nosotros’, etc. (Jueces 9: 8-15) La segunda es la de Joás: ‘El cardillo está en el Líbano, diciendo: ‘Da tu hija por mujer a su hijo’. Y pasaron las bestias fieras que están en el Líbano, y hollaron el cardillo. (2do. Reyes 14: 9)”. (6)
8) Poesía hebrea. Como recordaremos, el Antiguo Testamento contiene libros de la poesía hebrea, p. e., Salmos, Cantares. Que una verdad se diga poéticamente no hace que esa verdad pierda su valía. Si así fuese, también la poesía y canciones bellas y libres de desamor, apego y codependencia dejaran de ser reales y hermosas para convertirse en un manojo de tontería de mal gusto y sin valor alguno. Me deleito en la poesía y canciones de auténtico amor, que, aunque pocas, elevan el alma. Creo y amo cantarle y escribir canciones y poesías a la mujer que amo y está conmigo hoy; no me parece sano para mi salud emocional cantar y escribir al despecho y desamor, que es lo que más abunda en las canciones seculares. Además, las canciones de desamor y despecho me llevan al pasado, perjudicando mi aquí y mi ahora.
9) Profecía (gr. profeteia). Uno de los temas más difíciles de comprender en las sagradas Escrituras toca a la profecía. Considero que hay mucha especulación a su alrededor. Creo en la profecía, pero no en la inerrancia de los intérpretes de ella. Cuando hablamos de profecía nos ceñimos estrictamente a la registrada en la Biblia, no a la que se da en servicios y cultos religiosos. Esa es harina de otro costal, y sus normas están contenidas en el Nuevo Testamento, específicamente en las epístolas paulinas. “El asunto de la interpretación de la profecía puede ser considerado muy conveniente bajo los siguientes aspectos -señala Barrows: profecías que se refieren al futuro inmediato; profecías que se refieren a los últimos días; la cuestión del doble sentido; la cuestión del significado literal y figurado”. (7)
10) Dificultades de citas escriturarias. Innegable es que hay dificultades en algunas citas del Antiguo Testamento que se hacen en el Nuevo. Empero, ello tiene su explicación, y la tomaré del libro de Tomás De la Fuente.

Hablando generalmente, las citas tomadas del Antiguo Testamento vienen de la Septuaginta, la ‘Versión de los Setenta’, comúnmente indicada con el número romano LXX. Ésta fue la traducción del Antiguo Testamento en hebreo, al griego, hecha por un grupo de hebreos eruditos -setenta según la tradición- residente en Alejandría de Egipto. La traducción fue hecha unos dos siglos antes de Cristo. Ahora, parece que la traducción fue hecha usando libros del Antiguo Testamento que variaban hasta cierto punto de los textos que fueron reconocidos más tarde como parte del canon de la Escritura. Esta selección final fue hecha entre los años 70 y 100 d. de J.C.
Normalmente los judíos de la Diáspora usaban esta versión de las Escrituras para su lectura, estudio y memorización. Era natural, pues, que los escritores del Nuevo Testamento usaran este texto griego cuando citaban el Antiguo Testamento; en parte porque lo conocían de memoria, y en parte porque escribían en griego.
A veces los escritores creyeron necesario citar los textos directamente del hebreo original, haciendo ciertos cambios en el texto de la LXX porque querían corregirlo en algunos puntos.
Con gran frecuencia los escritores no procuraban citar el Antiguo Testamento con exactitud verbal, sino dar solamente el sentido del texto original. Cuando hicieron así, no sería correcto criticarlos por su inexactitud. Más bien debemos clasificar tales citas como aproximadas o indirectas, o quizá como una alusión solamente al texto original, que no pretende traducir o citarlo con exactitud verbal. (8) (Citado con permiso) (Esto es semejante a las citas que hace el periodista de un entrevistado, documento u obra consultados. El comunicador puede citar directa o indirectamente. Si lo hace de manera indirecta, no debe ser acusado de inexacto, siempre y cuando sea fiel a lo que quiso expresar el autor o libro citados)

En la actualidad, existen en el mercado hispanoamericano varias versiones (traducciones) de la Biblia. Dos de ellas las cito bastante aquí. Una es la revisión 1977, versión Reina-Valera, de la editorial española Clie. La otra, la Reina-Valera 1995, de las Sociedades Bíblicas Unidas. Cuando quiero abonar más a lo que deseo transmitir, entonces utilizo otras versiones de la Biblia, analizo las traducciones literales del pasaje tratado, leo diccionarios bíblicos, o consulto cualquier otra herramienta bíblica. Sin embargo, no hay como el Espíritu Santo para abrir los ojos espirituales y el entendimiento. En la Bibliografía están anotados esos libros.
11) Supuestas contradicciones históricas. Esas supuestas contradicciones son presentadas por los cuatro evangelistas y las hemos analizado al señalar que los escritores de los evangelios no se contradicen, sino que -como cuatro excelentes periodistas- nos describen los mismos hechos con diferentes palabras y detalles que corroboran lo que el otro escritor revela. Más, de los cuatro evangelios dos fueron escritos por personajes que caminaron con Jesús: Mateo y Juan. Los otros dos los escribieron Marcos y Lucas, quienes consultaron fuentes de primera mano entre los apóstoles. Marcos consultó a Pedro, y Lucas, como excelente historiador, consultó varias fuentes. Para el mejor provecho del estudio de los evangelios se recomienda estudiar los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) como un todo.
12) Dificultades doctrinales. Asombroso es que siendo la Biblia escrita por más de 40 autores diferentes, que vivieron en épocas y lugares distintos, no se contradigan en lo absoluto. Ello es más que suficiente para probar la inspiración y guía divina que tuvo cada uno de esos escritores. Claro, hay dificultades doctrinales, pero que haya dificultades no significa que haya contradicciones. No todo lo que parece es. Es lo que es, y lo que ha de ser será, pero no todo el tiempo lo que parece es, mucho menos será. Un ejemplo de aparentes contradicciones he hallado al estudiar el origen del sufrimiento. Ciertos pasajes que sugerirían que Dios hace sufrir al ser humano o lo incita al mal y después lo castiga por obrar mal; mas al estudiar dichos textos a la luz de pasajes claros, vemos que ese no es el espíritu real de la doctrina que enseña que Dios no provoca daño al ser humano ni le mete zancadillas. Por lo menos ese no es el Dios que conozco yo empíricamente ni el que veo en la Biblia. Cuando nos toque analizar esas dificultades, daré la explicación que se encuentra en el mensaje total de dicha doctrina. Recordemos, cada texto tiene su limitación, y los textos oscuros deben interpretarse a la luz de los pasajes que tocan el mismo tema y están más claros. “[...] En vez de usar lo que es oscuro para entenebrecer lo que es claro, debemos, por el contrario, ilustrar lo que es oscuro por lo que es claro”. (9) A Dios gracias, muchos más son los textos claros que los oscuros.

La Biblia no contiene la Palabra de Dios. La Biblia es la Palabra de Dios. Los treinta y nueve libros del Antiguo Testamento y los veintisiete del Nuevo -que forman el Canon de las Escrituras- fueron inspirados por Dios (theopneustos). Ya afirmamos que a pesar de que Dios usó a diversas personas ubicadas en múltiples lugares y épocas, no hay errores en la Biblia. Las aparentes contradicciones no significan que la Biblia contenga los yerros comunes, normales y entendibles en las obras humanas.
¡Cualquier escritor honesto -por excelente que sea- asentirá ante esa verdad! De manera que si el lector encuentra verdaderas contradicciones y vicios de estilo en El origen del sufrimiento..., pido los dispense y recuerde que el autor es solo un falible ser humano que tuvo que editar y corregir su obra. Si he llegado hasta este punto, es solo por la gracia e infinita misericordia de Dios. Bien lo expresó Samuel, “hasta aquí nos ayudó el Señor”. (1ro Samuel 7: 12b) A Él sea la gloria y honor por siempre. ¡Así sea!

Aparte de toda teoría acerca de la inspiración de los libros de la Biblia o de cómo llegaron a tener su forma actual, o de cuánto se haya modificado el texto a manos de editores y copistas; aparte del problema de cuánto se debe entender literalmente y cuánto es figurado, o cuánto es histórico y cuánto poético [cualquier duda genuina al respecto puede ser absuelta en las obras apologéticas de Josh McDowell y otros apologistas cristianos]; si damos por sentado que la Biblia es simplemente lo que parece ser y estudiamos sus libros para conocer su contenido, hallaremos que hay una unidad de pensamiento que indica que una sola Mente inspiró la escritura y la formación de toda la serie de libros; que lleva el sello de su Autor, y que es, en un sentido único y distintivo, la Palabra de Dios.
Hay una diferencia entre la Biblia y todo otro libro. Los autores podrán pedir a Dios ayuda y dirección; y ciertamente Dios les ayudará y les guiará. Hay en el mundo muchos libros buenos a cuyos autores Dios indudablemente ayudó a escribirlos. Pero aun así, ni el más santo de estos autores se atrevería a decir de su libro, que Dios lo escribió. Sin embargo, esto se afirma en la Biblia. Dios mismo supervisó y dirigió y dictó la escritura de los libros de la Biblia, controlando [sin anular su personalidad] de tal modo a los autores humanos, que lo escrito es escritura de Dios. La Biblia es la Palabra de Dios en un sentido único, en el cual ningún otro libro en el mundo es palabra de Dios. [El incrédulo no investiga nada, solo se para en sus supuestos y obstinada posición filosófica de que no cree en revelaciones. Observamos que mis creencias no afectan para nada la realidad de los hechos ocurridos en tiempo y espacio reales.]
Puede ser que algunos dichos de la Biblia sean formas ‘antiguas de pensamiento’ de ideas que ahora expresaríamos de modo diferente, porque fueron expresados en el lenguaje de tiempos antiguos. Aun así, la Biblia contiene precisamente aquello que Dios quiere que los hombres [y mujeres] sepan, en la forma exacta en que él quiere que lo sepan. Y hasta el día final, el Libro amado seguirá siendo la contestación sola y única a la búsqueda de Dios por la humanidad. (10) (Las cursivas son mías)

Ahora bien, ¿es la Biblia un libro “cerrado” para que lo entiendan solo unos pocos privilegiados? ¡En ninguna manera! La Biblia a pesar de que es un libro escrito por hombres inspirados (theopneustos) por Dios -movidos por el Espíritu de Dios- es un libro para que lo entendamos todos y pongamos por obra. Si fuera un libro cerrado, ¿cómo pudiera Dios pedirnos que usáramos Su Palabra para guiarnos, ya que ni siquiera la entendemos? Al pedirnos Dios algo nos capacita para cumplirlo. Él es tan sabio que lo que atañe a la salvación del alma del ser humano está tan claro en la Biblia como el agua de la tinaja de mi abuela. Lo que es secundario -nada tiene que ver con mi salvación- algunas veces presenta dificultad para entenderse, pero lo esencial para la regeneración de mi espíritu, la salvación de mi alma y la sanidad de mis emociones, mente y cuerpo está bastante claro.
La lectura de la Biblia tampoco vuelve loca a la gente; lo que sí puede pasar es que malinterpretemos sus enseñanzas y nos desboquemos al fanatismo o irracionalidad. (Estoy de acuerdo con aquel que asegura que hay cristianos que tienen la Biblia como un fetiche. La Biblia no debe ser un fetiche, sino mi mapa para ir adonde mi Señor, Dios y Creador. La Biblia es digna de nuestro respeto y admiración, mas la adoración y alabanza son del Señor Jesús) Pero, como viéramos, fanatismo y sinrazón no hay solo en ámbitos religiosos; están presentes también en muchas disciplinas de la vida del ser humano. ¿Acaso no hay irracionalidad y fanatismo cuando alguien impone ideologías a pueblos enteros, conculcando los principios elementales de los derechos humanos de esas gentes y negándose a sí mismos el derecho de ver la verdad que les puede conducir a la libertad intelectual y espiritual?
Fanatismo y adicción hay en muchas áreas de la vida. En el sexo, comida, deporte, diversión, trabajo, dinero, alcohol, música, baile, iglesia, ministerio o llamamiento religioso, tradición, denominación, política, ciencia convencional, profesión, esposa, relaciones, hijos, creencias, ideologías, filosofía, en mi manera de ver y vivir la vida. El fanático y/o adicto es extremista. No irse a los extremos es prácticamente imposible cuando tenemos carencias de afecto y cargamos miedos, rencores, iras, sentimientos de abandono, vacíos existenciales. Hasta tanto no resuelva esos conflictos, los transferiré o desplazaré a otras personas. Muchas veces es tan solapada dicha transferencia que ni siquiera me doy cuenta de ello. Lindo es saber que mientras haya vida hay esperanza.






(1) Charles C. Ryrie. Dispensacionalismo hoy, p. 110. Publicaciones Portavoz Evangélico, Barcelona, 1975.
(2) Claves de interpretación bíblica, pp. 29-33. Casa Bautista de Publicaciones, Estados Unidos, 1987.
(3) Gabriel García Márquez, Vivir para contarla, p. 253. Grupo Editorial Norma, Bogotá, D. C., 2002.
(4) E.P. Barrows. Normas de interpretación bíblica, p. 96. Libros Clie, España, 1985.
(5) W. E. Vine. Diccionario Expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo, p. 40. Editorial Caribe, Colombia, 1999.
(6) Op cit., Barrows, p. 86.
(7) Ibíd., p. 184.
(8) Op cit., De la Fuente, pp. 155, 156.
(9) Op cit., Barrows. p. 129.
(10) Henry H. Halley. Compendio Manual de la Biblia, pp. 22, 23. Casa Bautista de Publicaciones, Estados Unidos, 1955.

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