lunes, 28 de julio de 2008

Limitaciones del método de investigación de las ciencias naturales

Contrario a la creencia de muchos creyentes de las ciencias naturales, debo señalar que el principio de indeterminación o incertidumbre de Heisenberg, la dualidad onda/partícula de la materia, la propiedad de la no-localidad de la naturaleza y el teorema de Gödel han demostrado la falibilidad y límites de las ciencias naturales y de su método experimental.
Debo añadir que toda verdad no puede demostrarse a través del método de las ciencias naturales debido a que ellas se ocupan del estudio de la materia, de datos cualitativos y cuantitativos, no del mundo intangible o situaciones de la vida diaria. En breves palabras, el método experimental de esas ciencias no puede probar nada relacionado con el pasado. Pero, señores positivistas, materialistas ateos, fanáticos racionalistas y cientificistas, entiendan que no por eso una verdad histórica o inmaterial deja de ser verdad ocurrida en tiempo y espacio reales. Hoy hablamos de “tiempo aire”, de tarjetas, fotos, foros, blogs y cartas “virtuales”; de información en el disco duro del computador y el ciberespacio. ¿Es cierto o falso ese material intangible mientras no se imprima? Pienso que es real, pero inmaterial. Si no pudiera imprimirse sería sumamente difícil definirlo.
Aunque a los fanáticos de la razón y el cientificismo no les guste hablar de fenómenos paranormales porque según su cosmovisión “la ciencia que no se ve no existe”, tales hechos se dan y no tienen explicaciones naturalistas de causa y efecto. Los cristianos sabemos que en los aires se mueven fuerzas del mal que engañan a los humanos para mantenerlos alejados del resucitado Cristo histórico. También sabemos empíricamente que los milagros sí son reales, aunque no todo lo que algunos llaman milagros son milagros. Entiéndase bien, en el mundo sobrenatural operan fuerzas del bien (Dios y sus ángeles) y fuerzas del mal (Lucifer y sus ángeles). Ello no significa que el diablo enfrente a Dios, pues nunca podrá hacerlo; mas lo “desafía” a través de su criatura más amada: el ser humano. Y los milagros sí ocurren aunque la mente humana no pueda entenderlos ni explicarlos.
En realidad, quien asevere que no existe una dimensión sobrenatural habitada por seres inmateriales y niegue los milagros sin haber investigado con seriedad y sin presupuestos desconoce el tema y no debería ni siquiera opinar, pues los prejuicios, resentimientos, racionalismo y el cientificismo le impiden ver más allá de sus pestañas.
Ahora bien, en vista de que todo hecho ocurrido en tiempo y espacio reales no puede ser investigado en un laboratorio, ¿es falso por ello? ¡De ninguna manera! ¿Es apropiado el método científico naturalista para conocer, analizar, explicar y predecir todo hecho ocurrido en lugar y tiempo reales? ¡En ninguna manera! Las limitaciones de tal método no solo son de carácter intrínseco, sino además humanas por la concepción vulgar y poco ortodoxa que en general se ha tenido y tiene de él.
La idea del método científico como una simple sucesión de hechos interrelacionados, del experimento y certeza en el resultado, es inapropiada y anticuada y ha sido abandonada por muchos científicos naturalistas.
El método científico, afirma el apologista cristiano Josh McDowell, “solo puede usarse para probar lo que se puede repetir”. Por tanto, agrega, “no es adecuado para probar o desaprobar muchos asuntos con respecto a una persona o a un evento histórico”. (1) Ni tampoco es funcional para inquirir sobre fenómenos paranormales o sobrenaturales.
Esto es, si el método de las ciencias naturales fuera la única herramienta para conocer, explicar, analizar y predecir la verdad, no habría Historia ni inocentes ni culpables en una audiencia judicial, puesto que esos hechos no pueden repetirse; desaparecería la historia personal de cada uno de nosotros y no sabríamos jamás quién es quién; o cómo se logró tal o cual avance y descubrimiento; dudaríamos de todo y de todo el mundo. Los hechos paranormales o sobrenaturales no pudieran probarse.
Con el método naturalista no es posible responder preguntas como: ¿Vivió Simón Bolívar? ¿Fue Sigmund Freud el creador del sicoanálisis? ¿Resucitó Jesús de Nazaret de entre los muertos? ¿Cómo se originó la vida en el planeta? ¿Cómo surgió el universo? ¿Caminó realmente Israel por en medio del mar de los Juncos? ¿Descubrió Cristóbal Colón a América? ¿Crucé esta mañana el Canal de Panamá en un crucero? Salvo en el último caso, por la posible existencia de una filmación, ninguno de los otros hechos puede repetirse en presencia de quien los ponga en duda. No sabe lo que asegura quien con argucia afirme que los hechos históricos narrados por la Biblia -ocurridos en tiempo y espacio reales- “tambalean” con solo aplicarles raciocinio.
McDowell añade: “las respuestas para estas preguntas están fuera del reino de la prueba científica [naturalista], y tenemos que colocarlas en la esfera de la prueba legal. En otras palabras, el método científico, que se basa en la observación, en el acopio de datos, la hipótesis, la deducción y la verificación experimental para hallar y explicar las regularidades empíricas de la naturaleza, no tiene las respuestas finales para preguntas como éstas: ‘¿Se puede probar la resurrección?’ ‘¿Se puede probar que Jesús es el Hijo de Dios?’. Cuando los hombres y las mujeres confían en el método histórico legal, tienen que examinar la veracidad de los testimonios”. (2)
Abramos un paréntesis, lo que McDowell sostiene no es que la resurrección no pueda probarse ni que sea imposible investigar tal hecho, sino que el método de las ciencias naturales es inaplicable a tal suceso histórico por ser irrepetible como tampoco es posible repetir cualquier otro hecho histórico; por consiguiente, para comprobar su veracidad debe apelarse a los testimonios de los testigos oculares que vivieron con Cristo, a las huellas, hallazgos, milagros, experiencias personales de personas transformadas por el resucitado Cristo histórico, etc. Cierro el paréntesis.
Veamos: esta mañana fui al gimnasio a ejercitarme, pero el instructor no me vio. ¿Será falso que fui al gimnasio esta mañana a hacer ejercicios porque no me vio el instructor? ¿Podrá el entrenador ‘meter’ el hecho de mi asistencia al gimnasio a un laboratorio o tubo de ensayo para saber si estuve en el gimnasio? ¡Claro que no! Pero, sí hay testigos que me vieron en ese lugar haciendo ejercicios. La joven de la recepción me vio; mi firma y número de carné de socio aparecen en el libro de registro y en el computador que da acceso al gimnasio con fecha, hora, mi foto y huellas dactilares. Mis conocidos y amigos allí platicaron conmigo y son testigos de que en efecto fui esta mañana. La chica que atiende la cafetería es testigo, pues le compré un jugo de níspero. En fin, hay muchas evidencias que confirman mi asistencia al gimnasio esta mañana, aunque el entrenador no me haya visto. (Evidencias así de contundentes hay en cuanto al resucitado Cristo histórico. La clave de esta cuestión no es si los cristianos creen esto o aquello, sino si lo que creen en cuanto a Dios, la Biblia y Jesús es verdad o falso. Muchísimas evidencias reales y fehacientes demuestran que lo que creemos los cristianos es verdad, pero algunos no quieren investigarlas porque la verdad siempre demanda una respuesta honesta. Por tanto, escogen pararse en la orilla, coger un puñado de agua de mar, filosofar y escribir tonterías e inexactitudes sobre el mar de verdades cristianas y su contenido. Quieren ser duchos y saber del mar con solo filosofar o atrapar un poco de agua en la mano)
McDowell llama esto prueba histórica legal, que “se basa en demostrar que algo es un hecho que está fuera de toda duda razonable. En otros términos, se llega a un veredicto basado en el peso de las evidencias. Esto es, no hay base razonable para dudar de la decisión”. (3)
Lamentablemente, todavía hay gentes que creen que solo las ciencias naturales son racionales y exclusivamente ellas conducen a la verdad. Además, se llenan la boca diciendo que ellos sí son científicos; los cristianos solo somos fanáticos y tenemos meras creencias. Para ellos, sus creencias sí son ciencia; lo nuestro es simple creencia, superstición y opinión. Ignoran que la hipotética infalibilidad de las ciencias naturales fue puesta en duda y demostrada desde los inicios del siglo XX, y que al igual que ellas la teología cristiana estudiando la estructura del cristianismo y los millones de vidas transformadas relacionadas con el Señor Jesús conduce a hechos verdaderos ocurridos en tiempo y espacio reales. Otros para rechazar tales hechos usan estándares irracionales de prueba que hacen que ninguna evidencia sea suficiente. No creas que quienes así piensan son personas sin educación; no, algunos ostentan varios títulos, pero emocionalmente son niños cautivos por mohosos resentimientos o transferencias parentales de progenitores amargados y resentidos contra el cristianismo o las religiones, o simplemente son cautivados por cualquier viento de filosofía o de doctrina porque no les conviene creer los hechos del cristianismo bíblico.
Sobre otros métodos para conocer la verdad en campos fuera del dominio de las ciencias naturales y sociales, el físico Charles P. Steintmetz manifiesta:

Agrupamos dichas impresiones o percepciones [fenomenológicas] por la ley de la lógica [occidental], asignándoles dentro de nuestra esfera las relaciones de causa y efecto; pero no se olvide que para nada entramos en la verdadera realidad objetiva de las cosas. Pero ¿quién nos autoriza para afirmar que además de este grupo de percepciones de fenómenos no existen otras realidades trascendentes a las esferas de los sentidos? ¿Quién se atreverá a sostener también que no hay otro método satisfactorio de conocer [hechos reales] que el prescrito por la lógica científica [convencional]? Todo hombre verdaderamente conocedor de la Ciencia [natural] sabe que no puede hacer tales afirmaciones. [Si lo hace, entra en la categoría de cientificista o de necio] (4) (Las negritas y cursivas son añadidas)

De modo que el método de las ciencias naturales y sociales no es el único método para probar una verdad. Alguien dirá: “... pero aun la prueba histórica legal utiliza pasos del método de las ciencias naturales”. Claro que los utiliza, mas el hecho en sí es irrepetible como lo puede hacer en un laboratorio el que investiga los tejidos orgánicos, o analiza la conducta de los niños en la observación naturalista en sicología, por ejemplo. (Ahora resulta que, según algunos cientificistas, solo las ciencias naturales son ciencias. Verdad es que mucho de lo que se cataloga ciencia es superstición, misticismo y charlatanería, incluido mucho de lo que sostienen a priori ciertos hombres y revistas de “ciencia”. Pero, meter en un mismo saco fenómenos sobrenaturales y supercherías es generalización e ignorancia de otras áreas del conocimiento humano, basado en un especialismo y cientificismo trasnochados. Alguien ha dicho: “‘Superstición’ llama el ignorante a su ignorancia”. Asimismo, la ignorancia es insolente.)
Hemos observado gentes que creen que solamente las ciencias naturales y sociales -que estudian lo tangible y cuantificable- pueden ofrecer evidencias, ignorando que Dios, Jesús, los milagros, el amor y el odio jamás podrán introducirse en un laboratorio o tubo de ensayo, mas ello no desvirtúa su realidad en tiempo y espacio reales y en la vida de las personas. ¡Qué fácil es negar lo que no entiendo por mi finitud craneal o supuestos cientificistas!
Más aún, las ciencias convencionales, al ser manejadas por seres humanos, muchas veces se equivocan en sus apreciaciones y conclusiones. Tanto, que no pocas hipótesis, teorías y ¡leyes! tienen que ser renovadas para actualizarlas. Si se equivocan en sus conclusiones (teorías/leyes), ello significa que se enseñó o practicó algo falso o con tintes de verdad como si fuera totalmente cierto. En otras palabras, algo especulativo o teórico como si fuera ley. ¿Y quién paga el pato? Los pacientes lo hacen en medicina y en sicología. ¡A veces el costo del error o descuido es demasiado elevado! Los pacientes del Seguro Social de varios países muertos por envenenamiento con dietilenglicol desde 2006 hasta la fecha son un vergonzoso ejemplo de negligencia e ineptitud. Pero la justicia viene en burro porque los muertos son familiares de gente pobre y sin apellido.
Hagamos un paréntesis a fin de aclarar ciertos puntos: El 25 de junio de 1995 un artículo de The New York Times afirmaba que el popular supuesto de que “modas médicas” se apoyan en evidencias irrebatibles “es tan desacertado que la expresión ‘ciencia médica’ [que gusta a tantos médicos] es prácticamente una contradicción de términos”. El médico e investigador David Eddy considera que menos del ¡15 por ciento! de los tratamientos médicos está basado en “evidencia científica confiable”. Eso significa que ¡más del 85 por ciento! es simple ensayo y error. En otras palabras, en más del 85 por ciento de los casos el médico no sabe lo que pasa al paciente, y -como escribiera el médico J. F. Burnum en Medical practice a la mode. How medical fashions determine medical care- adquiere el hábito de recetar más de colegas (de boca en boca) que de literatura científica. La prescripción médica no necesariamente se basa en la utilidad comprobada del fármaco, sino que las “modas médicas” determinan el cuidado médico, pues no recetar lo más reciente en el mercado es estar desfasado y fuera de onda. Por otro lado, poco se habla de que el efecto placebo es responsable de la curación de más enfermos de lo que el médico promedio admite (5) Cerramos el paréntesis.
Por otra parte, nuestras limitaciones nunca nos permitirán aprender todo acerca del universo y de nosotros mismos por la imposibilidad mental y física existente de conocerlo y abarcarlo todo. Werner K. Heisenberg (1901-1976), galardonado con el Nobel de física en 1932, formuló el principio de indeterminación o incertidumbre (1927), que afirma la imposibilidad de medir simultáneamente de forma precisa la posición y el momento lineal de una partícula. Dicho de otro modo, el alemán puso en evidencia ciertos límites fundamentales del conocimiento del mundo físico, puesto que es imposible conocer con absoluta precisión determinadas parejas de variables físicas. En términos matemáticos, Kurt Gödel (1906-1978) en 1930 lo expresó de la siguiente manera: “Ningún conjunto no-trivial de proposiciones aritméticas puede tener su prueba de consistencia en sí mismo”.
Tampoco sabremos sobre el origen del universo inventando un mundo de números y tiempo imaginarios u operaciones matemáticas quiméricas, tal cual ha propuesto Stephen Hawking. El intento de Hawking de dar respuestas sobre el origen del universo, procurando quitar a Dios de la escena, es simple y llanamente filosófico y en extremo arrogante. En realidad, la obra de Hawking A Brief History of Time (Breve historia del tiempo) debería llamarse Un breve cuento sobre mi tiempo imaginario, pues Hawking no da pie con bola en lo que al origen del universo se refiere.
Lo cierto en matemáticas es real en filosofía, ciencias naturales, conducta humana, teología, sociología, comunicación social o cualquier otra rama del saber humano. Jamás sabremos los detalles del origen del universo y de la vida por nuestras limitaciones y porque esos hechos son irrepetibles. De lo que sí está segura la mayor parte de cosmólogos, astrónomos y astrofísicos es que el universo no “brotó” de la nada absoluta. Puede ser que esa creencia sea parte de la imaginación de un economista, un arquitecto o un pediatra, pero no de un cosmólogo, astrónomo ni astrofísico responsable.

Bibliografía


(1) Más que un carpintero, p. 40. Editorial Betania, Estados Unidos, 1978.
(2) Ibíd., p. 40.
(3) Ibíd., p. 39.
(4) Samuel Vila. Pruebas tangibles de la existencia de Dios, p. 126. Editorial Clie, España, 1978.
(5) Herbert Benson, Curados por la fe, p. 120. Editorial Norma, Colombia, 1996.

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