viernes, 14 de noviembre de 2008

Guerras y atrocidades en nombre de Dios

Quien niegue que muchos conflictos y desmanes se han generado y se dan por factores religiosos, peca de ingenuo o desconoce la historia de la Iglesia del Señor Jesús y de otros grupos religiosos. Verdad es que perseguir o asesinar a reformadores como Savonarola, Wycliffe, Huss, Lutero, Tyndale..., las Cruzadas, la Inquisición, el juicio de brujas de Salem y hostigar a científicos naturalistas o poner trabas a nuevas investigaciones que no atentan contra la ética ni enseñanzas bíblicas bien interpretadas han sido (y son) páginas negras escritas por el fanatismo religioso. También es cierto que existen sectas y religiones institucionalizadas que alienan el pensamiento de sus miembros; falsos guías espirituales que violan a los niños; líderes religiosos inescrupulosos que tuercen el Evangelio para su conveniencia y enriquecimiento ilícito; sicópatas religiosos que provocan envenenamiento y muerte colectiva de decenas de personas; que los enfrentamientos armados de grupos religiosos son una vergüenza para el Cuerpo de cristianos (Iglesia), y el testimonio de no pocos cristianos es piedra de tropiezo para muchos y causa de vituperio al Nombre de Jesús. Sin embargo, de ahí a expresar tajantemente que todos o casi todos los enfrentamientos, muertes y abusos los han provocado grupos genuinamente cristianos hay gran trecho. Tampoco todos los cristianos somos hipócritas, aunque por un tiempo le hayamos fallado a Jesús.
Bastantes luchas armadas religiosas y ocupaciones territoriales acaecidas en el pasado y que se producen hoy no son protagonizadas por cristianos nacidos de nuevo, sino por creyentes nominales y fanáticos religiosos de otros sectores. Y la mayor parte de guerras civiles, dos guerras mundiales, enfrentamientos y levantamientos armados que siegan la vida de niños y gente inocente han sido causados por la avaricia y mal corazón humano y por extremistas religiosos ajenos al cristianismo neotestamentario.
Quien vea solo revueltas y desmanes en la cristiandad y pase por alto sus valiosas contribuciones en la abolición de la esclavitud, a las ciencias naturales modernas, filosofía, benevolencia y caridad, normas de justicia más elevados, respeto por la vida humana, derechos humanos, a la alfabetización; la creación de universidades de renombre mundial, bibliotecas, hospitales especializados, clínicas de fama mundial, orfanatos, asilos; el robustecimiento de valores morales, principios, éticas, ideal democrático, fe, esperanza, y reconocimiento de la mujer logrados a lo largo de más de dos mil años, ve solo lo que sus criterios y emociones cargados le permiten.
En La ética protestante y el espíritu del capitalismo, el sociólogo alemán Max Weber admite el papel facilitador de los medios protestantes al desarrollo científico, e intenta hallar una relación causal de la ética protestante en la ética económica, tratando de demostrar la influencia de la religión protestante en la economía. Dicho sea de paso, ¿te has fijado cuáles son los países más desarrollados de Occidente? ¿En qué fundamentos se consolidaron sus bases? ¡Los más ricos y desarrollados fueron fundados sobre la Biblia y la ética cristiana bíblica! Sus leyes y constituciones políticas se afincaron esencialmente en la Biblia. Por tanto, creer que la Biblia atenta contra las leyes y constituciones es estar mal informado. Las generaciones modernas y contemporáneas han estado cosechando los frutos de las buenas siembras de sus antepasados creyentes en un Dios único y un resucitado Cristo histórico que transforma al ser humano. Y cuando el hombre ha presumido saber más que Dios, haciendo leyes contrarias a la savia bíblica, los resultados han sido más que alarmantes. Negarlo es querer tapar el Sol con un dedo. ¿Será que los criticastros del Evangelio conocen esos hechos históricos? Los críticos del cristianismo y de la Biblia suelen tomar algunas de sus manifestaciones históricas como su verdad esencial; toman la apariencia como la esencia. Interpretan casos particulares como un todo. Y se hacen de la vista gorda cuando no les conviene ver.
Al considerar por primera vez los pasajes violentos de la Biblia, me preguntaba por qué Dios actuaba así. Al excavar y descubrir en Gezer las bestialidades de las prácticas cananeas con los bebés recién nacidos ofrecidos a Baal; los niños sacrificados para enterrarlos entre las paredes de cada casa que construían para la buena suerte y los actos inmorales y barbaries en ritos y adoración a Baal y Astoret, R. A. S. Macalister y otros arqueólogos se preguntaron porqué Dios no los había destruido antes. ¿Se equivoca Dios? ¿Es infanticida y misógino? ¿Es cruel o inhumano el Creador al mandar desarraigar el pecado? ¿Será que los críticos saben lo que sucedía en tierra de los cananeos y en Sodoma y Gomorra? ¿Quién se cree el ser humano que es al pretender sentar a Dios en el banquillo de los acusados? ¡Grande es la soberbia de quien lo aspire! Desde luego, ya Dios no actúa como en el pasado y enseña que el pecado se corrige con misericordia y verdad, y con el temor de Dios los hombres se apartan del mal.
Por otro lado, atribuir a Jesús o a la Biblia las barbaries de extremistas religiosos y de cristianos que en un momento perdieron la brújula del amor y la misericordia es igual que achacarles a Nietzsche, Marx y a las ciencias naturales las bestialidades cometidas por los nazis, los sistemas criminales ateos que una vez distorsionaron sus palabras, sacándolas del contexto, y las armas de destrucción masiva que desde la partición del átomo nos tienen en vilo. No obstante, los escritos u obras provocadores que llaman a la acción tienen consecuencias negativas, de ahí que los principios que vertebran el pensamiento de Nietzsche y Marx hayan servido para justificar las atrocidades cometidas en regímenes nazis y comunistas, teniendo en cuenta además que el pensamiento de Nietzsche y Marx estaban cargados de creencias evolutivas que propugnan la mera animalidad del ser humano. Por tanto, según muchos creyentes de la teoría darvinista matar a un ser humano es matar a un simple animal.
A los que malinterpretan la Biblia para según ellos demostrar que Dios es inhumano, Gabriel García Márquez en la primera parte de sus memorias, Vivir para contarla, escribe: ‘“Hasta la Biblia subrayada en esa forma maliciosa podría expresar lo contrario de su auténtico sentido’”.

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